Blogia
BOQUERÓN

ARTICULOS

"Se cumplieron todos los protocolos de seguridad"

Desde cacheos integrales a registros minuciosos y detección mediante el escáner. Mercedes Gallizo manifestó que se cumplen todos los protocolos de seguridad con los presos que regresan a la cárcel de Zuera tras disfrutar de permisos. Sin embargo, la droga, aunque en pequeñas cantidades, sigue entrando en todos los centros penitenciarios. Todavía no se dispone de la tecnología que, como ocurre en algunos aeropuertos, detecta los alijos por mucho que se oculten. Sin embargo, no hay soluciones globales. Cuando no son los presos, son sus familiares o amigos quienes les hacen llegar la droga en la piadosa creencia de que les hacen un favor para superar el mono. 09/01/2009 EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Demasiadas dudas en la cárcel

Algunas situaciones carcelarias resultan surrealistas. Dos presos de Zuera han sido detenidos por su presunta relación con la droga que ha matado a otros tres en cinco días. Se sospecha que han podido participar en la introducción o distribución de droga en la cárcel. Sorprende que con los niveles de control y seguridad que manejan las instituciones, de los que no escapa nadie, los presos trafiquen con estupefacientes. Pero lo más sorprendente es que aun disponiendo de un sistema de rayos X para detectar la entrada de droga, ocurre que no se puede utilizar sin orden judicial. Y surge la pregunta: ¿Por qué tienen más derechos los presos que los ciudadanos libres?
08/01/2009 EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Fallecen tres presos y solo hay silencio oficial

Mueren tres personas en seis días y no hay ni una sola explicación oficial. Ni el director de la cárcel de Zuera, ni el delegado del Gobierno en Aragón, ni las personas responsables de Instituciones Penitenciarias han comparecido ni se han puesto al teléfono para explicar a la ciudadanía por qué se han producido tres muertes tan seguidas y por qué hay tal flujo de drogas en un centro en el que, teóricamente, no debería haber tráfico de este tipo de sustancias.

Este diario intentó contactar ayer con el director de la cárcel de Zuera, Luis Lozano, para conocer su explicación sobre el asunto, pero fuentes del centro indicaron que tenía el día libre y no se le podía localizar.

Asimismo, se telefoneó a la Delegación del Gobierno, pero fuentes de esta institución indicaron que ni el delegado Javier Fernández, ni el subdelegado Juan José Rubio harían declaraciones puesto que se trata de un tema dependiente de Instituciones Penitenciarias (otro organismo dentro del Gobierno central).

Así mismo, este diario intentó contactar con Instituciones Penitenciarias, pero no se pudo localizar ni a la persona de enlace ni a la máxima representante, Mercedes Gallizo.

No hay por tanto versión oficial de lo sucedido en la cárcel de Zuera estas navidades, pese a que la última muerte se produjo el domingo. Todo cuanto se ha podido saber sobre el suceso ha sido por fuentes extraoficiales de la penitenciaría y por los familiares de la víctima.
07/01/2009 C. S. P. EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Nadie sabe nada de Zuera

No hay ninguna versión oficial. Mueren tres presos en la cárcel de Zuera en seis días y de rejas hacia fuera nadie dice nada: ni la directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, ni nadie en Interior, ni el delegado del Gobierno en Aragón, ni el subdelegado en Zaragoza, ni el director de la prisión. Los hechos son suficientemente graves como para que se esté en alerta, se hayan tomado las medidas oportunas y se haya abierto ya una investigación que deben conocer, sobre todo, los familiares de los fallecidos, primero, y la sociedad en general, después. El Estado tiene la responsabilidad de garantizar la seguridad de los encarcelados y ningún ambiente hostil dentro de las prisiones, ni la continua circulación de drogas, hechos que siempre han existido en los recintos, deben ser excusas para no dar la importancia debida a estos hechos. Una cárcel que, como la de Zuera, debería tener una gran seguridad, vive muy de vez en cuando sucesos que alertan a la comunidad y que deben acabar cuanto antes.
07/01/2009 EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Los presos y la Expo

Los presos y la Expo

La Ley Penitenciaria establece en su artículo primero que "las instituciones penitenciarias tienen por fin primordial la reeducación y la reinserción social de los sentenciados a penas y medidas penales privativas de libertad, así como la retención y custodia de los detenidos, presos y penados. Igualmente tienen a su cargo una labor asistencial y de ayuda para los internos y liberados". Cuando los funcionarios de Zuera salen a la Expo con un grupo de internos, no hacen otra cosa que cumplir la Ley, una Ley que no hace sino desarrollar un mandato constitucional. Supongo que ya sería difícil consensuar que la reeducación y la reinserción social son el fin primordial de este tipo de instituciones. Hay quien piensa que su función principal es excluir de la sociedad al delincuente de manera que pague por su delito, convirtiendo así las prisiones en un instrumento de venganza de la sociedad contra el delincuente. Desde esta perspectiva, lo de la educación y la reinserción social, sobra. Pero si difícil es convertir ese consenso en Ley, afortunadamente conseguido en el marco jurídico español, mucho más difícil es llevarlo a la práctica. Un proceso educativo es siempre complejo, pero hacerlo en el interior de la cárcel, más. Conozco de cerca el trabajo de los funcionarios de instituciones penitenciarias y los planteamientos de su directora general. Tuve la oportunidad de escuchar a Los Duendes en el estreno de un espectáculo que les había llevado meses preparar y los he vuelto a escuchar fuera de la cárcel. Su música, siempre me suena a lo mismo: al trabajo de unos funcionarios públicos que se lo toman en serio y que si no hacen más es porque no pueden, porque entusiasmo, preparación y dedicación no les falta. La fuga de uno de ellos puede perjudicar el proyecto de educación, pero los funcionarios y los voluntarios y otras organizaciones que colaboran con ellos, han de sentir el apoyo y el reconocimiento social a su trabajo porque es duro, es difícil, es imprevisible, es a largo plazo... pero es fundamental para los internos --casi siempre pobres entre los pobres-- y para toda la sociedad. Ánimo y a seguir trabajando. Profesor de Universidad

22/09/2008 MIGUEL Miranda

Extracto de la carta redactada por “El Solitario” sobre su experiencia en el módulo de aislamiento de la prisión de Zuera

El extracto aquí publicado se corresponde textualmente a una carta –más amplia y que entra en otras cuestiones ajenas a su encarcelamiento- inicialmente publicada en las webs de contrainformación www.alasbarricadas.org y www.grupotortuga.com y firmada por Jaime Giménez Arbe, más conocido como “El Solitario”. Según se desprende de la información publicada en diversos medios de comunicación, Giménez Arbe ha sido recientemente trasladado a la prisión de Dueñas, en Palencia.

CORREO DERECHO PENITENCIARIO.- (…) Pero no sólo en el aspecto judicial queda deslegitimado el Estado español, también sucede lo propio con la indignidad de sus prisiones. Hablando de las prisiones del Estado español es obligatorio resaltar que en España están infringiendo todas las legislaciones existentes en Europa relativas a los derechos humanos.

Hay que decir públicamente que en las prisiones españolas no sólo se tortura física y psíquicamente, sino que en sus instalaciones se encuentran camufladas auténticas celdas para torturar, llegando en algunos casos a disponer de elementos de sonido (altavoces) para no sólo ahogar los lamentos de los prisioneros que están siendo objeto de torturas, sino que incluso y siguiendo las técnicas tristemente conocidas de Guantánamo y Abu-Ghraib, se deja la música conectada durante toda la noche para así conseguir sufrimiento adicional por falta de sueño, en concreto se utilizan instalaciones, teóricamente diseñados para otros fines, para torturar.

La inseguridad en los módulos de aislamiento, auténticas cárceles dentro de las cárceles, es absoluta. Las vejaciones, palizas, provocaciones, acoso y “suicidios”, protagonizadas por algunos funcionarios de prisiones ultraderechistas, son una constante en las prisiones del Estado español.

Actualmente estoy recluido en la celda número 21 del ala C del módulo de aislamiento de la prisión de Zuera. A modo de ejemplo, y como botón de muestra, tengo que denunciar públicamente que mi celda así como todas las restantes del ala C, celdas 21 a 30, no sólo tienen barrotes en las ventanas sino además un enrejado metálico que deja aberturas de 3 x 3 centímetros y que impide no sólo sacar los brazos por la ventana sino que limita considerablemente el paso de la luz. Estos enrejados metálicos están prohibidos por la Ley General Penitenciaría que, en su día y en diferentes lugares de España, dispusieron su eliminación, pero como quiera que los módulos de aislamiento de las prisiones de España son auténticos “gulags” donde reinan “zares” por encima del bien y el mal, denominados pomposamente sub-directores de seguridad, y que deberían de llamarse por su nombre; administradores de inseguridad.

Además en estos lugares reina el silencio cómplice, la iniquidad y la podredumbre. Se hacen muy necesarias las visitas de inspección no sólo de las autoridades del Estado español, sino también las de comisiones de investigación de la Corte Europea de los Derechos del Hombre y de organizaciones no gubernamentales como Amnesty International.

Espero y deseo que este escrito a la opinión pública sea leído por la señora Directora General de Instituciones Penitenciarias, tendré sumo gusto en informarla de aspectos terribles de las prisiones del Estado español. No obstante, tengo intención, en el momento más apropiado, de escribirle una carta dossier personal donde ampliaré fehacientemente todo lo que sea menester acerca de las torturas que se cometen en las cárceles españolas. Esta carta será previa a la denuncia ante la Corte Europea de Derechos Humanos de Estrasburgo, donde pretendo denunciar al Estado español.

Quiero recordarle a la señora Mercedes Gallizo que la tortura esta absolutamente prohibida en Europa, tanto en su forma física como psíquica, y que es un delito que, no prescribe nunca y que hace absolutamente indigno al Estado que la practica, es obligación de todos desarmar esta estructura de silencios, complicidades, amenazas y coacciones que impiden que salga a la luz pública este cúmulo de aberraciones.

Le recomiendo a la señora Mercedes Gallizo que tenga a bien dirigirse a nosotros, los presos F.I.E.S., para obtener información de primera mano, puesto que somos nosotros, principalmente, las víctimas de estos crueles tratos inhumanos y degradantes. Es evidente que si usted se dirige en busca de información a un módulo normal, donde residen presos de confianza de los funcionarios de prisiones, usted recibirá sólo información mediatizada y complaciente.

Es muy conveniente que en las prisiones españolas entre una considerable cantidad de aire fresco que renueve el aire putrefacto que aquí se respira, y que el preso, independientemente del delito cometido, o del delito del que esté acusado, pueda residir en las prisiones de una manera digna, igual, para todos, donde sólo se este privado de libertad, no de derechos constitucionales.

Sería deseable señora Gallizo dos cosas: La primera que todos los funcionarios de prisiones llevaran en su uniforme, bien visible, el nombre y apellido o número de identificación, como sucede en las prisiones europeas, y la segunda que prohibiera la exhibición en el uniforme de los funcionarios de prisiones de cualquier tipo de bandera o símbolo que pudiera tener connotación o pertenencia a cualquier ideología política, si hay que portar, bien visible, la bandera de España que sea de uso general para todos los funcionarios de prisiones, pero no como una forma de identificación con ideologías de ultraderecha.
Salud y Anarquía

Jaime Giménez Arbe
C.P. de Zaragoza
Ctra. Nacional 330, Km. 539 50.008 Zuera Zaragoza (España)

Redactado en la prisión de Zuera, módulo de aislamiento, ala C, celda 21, en abril de 2008.

La cárcel de Zuera, un polvorín (Editorial)

Los peores pronósticos sobre la cárcel de Zuera (la macrocárcel se le llamaba) se van cumpliendo de forma inevitable. Y el problema esencial radica en la propia vida interna de una prisión prevista para poco más de un millar de internos y que ahora alberga a casi el doble. Que en ese ambiente de masificación se produzcan agresiones e incluso motines en toda regla como el de este fin de semana parece casi normal. Lo raro sería que todo fuese como la seda dentro de un centro masificado en el que los funcionarios no dan a basto.


SISTEMA SOBRESATURADO La zaragozana Mercedes Gallizo, máxima responsable de Instituciones Penitenciarias, recibió hace más de cuatro años una red de prisiones donde el abandono y la sobresaturación apenas podían ser afrontados con unos presupuestos prácticamente congelados. De entonces acá, la gestión de las cárceles ha mejorado bastante, se han puesto en marcha líneas de rehabilitación interesantes y se está intentando ampliar el número de centros para poder instalar en ellos a una población reclusa que no deja de aumentar.

A la vista está, sin embargo, que las medidas de la Administración van por detrás de los acontecimientos. Zuera es el perfecto ejemplo de prisión moderna y teóricamente bien dotada de servicios en la que, no obstante, la acumulación de internos más allá de los márgenes tolerables está acabando con cualquier buena intención. En esas circunstancias no cabe hablar de rehabilitación, sino de violencia, suicidios y motines.


NUEVOS PELIGROS En Zuera, con cerca de dos mil internos entre los cuales figuran personajes notablemente peligrosos, los riesgos aumentan. Hay terroristas islamistas sobre los cuales no se puede ejercer el debido control, hay gente violenta o con tendencias depresivas que no es objeto de la atención adecuada. Si pasamos revista a los últimos incidentes habidos, no cabe sino certificar un fracaso y advertir de que aquello puede acabar convirtiéndose en un polvorín... Si no lo es ya.

Todas las perspectivas apuntan a que en el inmediato futuro el número de personas encarceladas irá en aumento. Ante tal situación sólo cabe intensificar el despliegue de establecimientos penitenciarios (y de funcionarios que los atiendan) aumentando su capacidad, reducir los ingresos en prisión por delitos menores en los que no se haya producido violencia contra las personas y apostar por seguir considerando la cárcel de Zuera y todas las demás lugares para que el castigo desemboque en la reinserción.

03/06/2008

Gallizo entrevistada ayer en Aragón television

Gallizo entrevistada ayer en Aragón television

Gallizo elogia los programas de educación para presos

La responsable de Instituciones Penitenciarias, la aragonesa Mercedes Gallizo, elogió anoche el papel rehabilitador y educador que se realiza en las prisiones. La alta responsable se refirió a la mejora de la situación en los centros de Zuera, Daroca y Teruel, cuyas instalaciones se aproximan a "lo que queremos que se haga en las prisiones: que sean un espacio de aprendizaje de vida"."En la cárcel hay muchos pobres, sigue siendo un espacio de desigualdad", reconoció Mercedes Gallizo, durante la entrevista realizada por Luis del Val en el programa Aquí un amigo, de Aragón Televisión.

"Sobrepasamos las limitaciones de espacio y vejez de los edificios con la entrega de los profesionales", señaló, al tiempo que se mostraba "satisfecha" por el desarrollo de los programas educativos de los centros penitenciarios aragoneses. Sobre el tratamiento a los agresores sexuales afirmó que "su comportamiento es difícil de superar, porque hay algunos que no reconocen el delito, aunque no significa que no se haga un esfuerzo para ello".
11/04/2008 EL PERIÓDICO

Defecar mal y a destiempo

A Antonio, un preso que cumple condena en la cárcel de Zuera, nunca le había resultado tan poco rentable el papel de mulo de la droga como el pasado domingo. Su reticencia a compartir la carga de su vientre con otros compañeros le llevó a ser expedientado y a quedarse sin ella.

Ese día, Antonio regresó a la cárcel después de disfrutar de un permiso y con la panza bien provista de pirulas para él y otros dos compañeros del módulo tres, con los que se había compinchado.

El sistema funcionó, posiblemente porque ya había sido ensayado. La máquina de la droga no pitó y el recluso pudo introducir su cargamento en el centro penitenciario sin despertar las sospechas de los funcionarios.

Sin embargo, Antonio, que estimaba que el peor papel le había correspondido a él, mientras sus colegas esperaban tranquilamente su regreso a la cárcel, decidió que no iba a compartir las pastillas con nadie. Así se lo comunicó a los otros dos cómplices.

Disconformes con esta decisión unilateral, los dos reclusos engancharon a Antonio, dispuestos a hacerle soltar la carga como fuera aunque no le apremiara la necesidad en ese momento.

Obligar a defecar a alguien cuando no quiere hacerlo debe de ser muy complicado y muy ruidoso, porque los presos organizaron un jaleo de tal magnitud que alertó a los funcionarios que se encontraban en esos momentos en la prisión. Estos sorprendieron a los internos en plena faena, mientras Antonio se resistía a poner algo de su parte para complacer a sus compañeros.

Finalmente, fue necesaria la intervención de varios funcionarios para interrumpir la operación y aislar a los internos, que se resistían a renunciar a la carga del mulo.

Parece ser que, finalmente, Antonio depuso, aunque las fuentes penitenciarias consultadas no han explicado el método mágico para que efectuase esa descarga a pesar de su intransigencia y si era similar al de los dos reclusos implicados en los hechos.

Finalmente, el recluso actuó como el perro del hortelano, y no solo no comió él ni sus compañeros, sino que estos serán, además, víctimas de medidas disciplinarias y Antonio tardará algo más de lo que esperaba en obtener otro permiso para abandonar temporalmente la cárcel.
06/03/2008 J. M. PÉREZ BERNAD

Los presos por homicidio son 680, el 84% más que hace cinco años

11 de febrero de 2008
Los delitos violentos han aumentado mucho más que la población reclusa.
EL PAIS (PERE RÍOS).- Los presos acusados o condenados por homicidio se han disparado en Cataluña. Al acabar el año 2002 eran 369 y ahora suman 680. Significan el 7,50% de la población penitenciaria, que en los últimos años ha aumentado como nunca.
Este incremento, del 84%, de reclusos por homicidio es una tendencia que se extiende a otros delitos violentos, como los cometidos contra la libertad sexual, por los que hay 549 presos, cuando a finales de 2002 eran 318. Y a los delitos de lesiones, por los que cumplen prisión 386 internos, y hace cinco años eran 167, según la estadística que elabora el Departamento de Justicia de la Generalitat.
"La violencia flota en el ambiente de la sociedad y el crimen se asimila como una cosa natural", explica el forense Miquel Orós. "Diariamente recibimos una gran dosis de violencia. Todo se soluciona a gritos y por eso no es de extrañar ese aumento". Es una idea que ratifica también Gerard Thomas, magistrado de la Audiencia de Barcelona con más de 20 años en la jurisdicción penal. "Cada vez juzgamos más asuntos en los que los que aparece el uso de la violencia", explica "Es dificíl analizar por qué sucede esto. Lo fácil es atribuirlo a la inmigración, pero no tiene nada que ver".
La referencia del juez a esa inexistente relación entre delitos violentos e inmigración no es baladí. En el año 2000 los presos extranjeros eran el 22,2% de la población penitenciaria y ahora son el 40%. En cifras absolutas, 3.778 presos de 9.448. Actualmente, 54 de cada 100 personas que ingresan en prisión son extranjeras, por lo que en 2011 serán la mitad de los presos, vaticiana Albert Batlle, secretario general de Servicios Penitenciarios. Pero la mayoría son presos preventivos y acusados de delitos contra la propiedad, no de delitos muy graves.
"La violencia responde al descontento social de no triunfar, pero como hay mucho fracaso, aumentan las reacciones radicales. El preso que está dentro por robar una cartera no tiene ningún reconocimiento, pero el que le ha pegado un tiro a alguien es un héroe y a ése se le valora", explica Mateu Seguí, abogado de oficio que ha defendido a clientes de todo tipo desde hace mucho tiempo."El chorizo y delincuente habitual contra la propiedad" que cantaba Sabina sigue siendo el más frecuente en las cárceles de Cataluña, aunque ha disminuido. En el año 2002 eran 3.124 y suponían el 52% de la población penitenciaria. Ahora son 3.639 y representan el 40% por "delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico", la denominación oficial. En cambio, los presos por tráfico de drogas se mantienen inalterables. Hace cinco años eran el 26,4% y ahora siguen siendo el 27,1%.
Más allá de los porcentajes, la realidad es que las cárceles catalanas siguen atiborradas, aunque la inauguración de Brians 2, el pasado mes de junio ha supuesto un respiro. Ya tiene más de mil presos y antes del verano se habrá acabado de llenar y tendrá más de 1.500.
La Modelo sigue siendo el centro más masificado, con 1.898 reclusos y celdas de hasta seis personas, una realidad muy lejana del objetivo de un preso por celda que marca la Ley Orgánica General Penitenciaria de 1979. Cuando finalice el plan de prisiones de la Generalitat, dentro de tres años, habrá una proporción de un preso y medio por celda. El año pasado cada recluso tuvo un coste medio diario de 66,08 euros, 20 euros más que en el año 2000.
"El conflicto social no se resuelve con más ingresos en prisión. Pero si la tendencia es el endurecimiento del Código Penal, lo que no debe olvidarse es que hacen falta más jueces y más medios", recuerda el secretario de Servicios Penitenciarios de la Generalitat, Albert Batlle.

El Gobierno expulsó en 2.007 a 1.500 inmigrantes condenados a penas de prisión

11 de febrero de 2008
El Gobierno expulsó el año pasado a un total de 1.471 inmigrantes que habían sido condenados a penas de prisión por haber cometido algún delito, según datos del Ministerio del Interior a los que ha tenido acceso Europa Press.
EUROPA PRESS.- El Código Penal establece que las penas de los inmigrantes irregulares que hayan sido condenados a menos de seis años de prisión deben ser sustituidas por la expulsión del territorio español, salvo que el juez, "excepcionalmente y de forma motivada, aprecie que la naturaleza del delito justifica el cumplimiento de la condena en un centro penitenciario en España".
Igualmente, los tribunales podrán acordar la expulsión de los inmigrantes 'sin papeles' condenados a seis o más años de prisión cuando accedan al tercer grado penitenciario o una vez que hayan cumplido tres cuartas partes de la condena.
Del mismo modo, los inmigrantes en situación regular podrán ser expulsados si tienen abierto un proceso judicial o si han sido condenados a penas de prisión, entre otros casos, según explicaron a Europa Press fuentes del Ministerio de Interior.
En el terreno político, la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, propuso recientemente que los extranjeros residentes en España y condenados en sentencia firme por malos tratos sean expulsados de España una vez cumplida su condena.
Por su parte, el líder del PP dijo esta semana que si llega al poder promoverá la repatriación de aquellos inmigrantes que hayan delinquido, independientemente de su situación administrativa, y que impulsará acuerdos europeos para que tampoco puedan volver a la Unión Europea (UE).

Las 527 ONG que trabajan en cárceles piden una aportación mínima de 15 millones de euros para sus proyectos

7 de febrero de 2008
Asesorarán al Gobierno sobre políticas sociales en las cárceles, a través de un Consejo Penitenciario.
EUROPA PRESS.- Las ONG que trabajan en el ámbito penitenciario solicitaron este miércoles al Gobierno una aportación mínima de 15 millones de euros para mejorar su financiación al mismo tiempo que presentarán un informe de la situación actual de las cárceles españolas.
Estos colectivos asesorarán al Gobierno sobre las políticas de intervención social que se aplican en las cárceles, a través de un órgano consultivo que impulsará la Dirección General de Instituciones Penitenciarias y que fue presentado hoy por la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, junto a representantes del medio millar de ONG que actualmente trabajan en las prisiones.
Entre otros, las ONG desarrollan programas sanitarios, como la atención al sida y la drogodependencia, apoyo a colectivos específicos, mujeres, minorías étnicas, inmigrantes, así como proyectos educativos y de inserción en el empleo.
Instituciones Penitenciarias considera que el futuro Consejo Social favorecerá la intervención y el compromiso de estas organizaciones en las políticas sociales que se llevan a cabo en las cárceles.
Así, la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, destacó el trabajo de los más de 5.000 voluntarios de las 527 ONG que trabajan en las prisiones españolas, ya que, según la directora, "su papel es muy importante en las tareas de reinserción de estas personas".
Algunos de los temas que se tratarán en primer lugar en el Consejo, que primero deber ser aprobado por el Consejo de Ministros, serán, según Gallizo, la participación con la dirección general para realizar un análisis estratégico o la colaboración con la subdirección general.
Por su parte, el presidente de la Unión de Asociaciones y entidades de ayuda al drogodependiente, Luciano Poyato, calificó este acuerdo de "histórico" y afirmó que "hasta el momento ningún gobierno en España se había atrevido" a realizar un acuerdo como este. Recordó además que el objetivo de las cárceles, que han aumentado el número de reclusos en los últimos años, es el de la reinserción, por lo que, según Poyato, "la sociedad no puede olvidarse de estos ciudadanos".
El presidente de la Fundación Padre Garralda Horizontes abiertos, Jaime Garralda, agradeció que las instituciones contaran con ellos y no simplemente les miraran "con buenos ojos" y destacó que "actualmente funcionarios, presos y voluntarios trabajan unidos porque se necesitan".
El director de la Fundación Atenea Grupo Gid, Miguel Pérez Lozano, señaló que el trabajo de los voluntarios beneficia a toda la sociedad porque consiguen que la cárcel sea "más eficaz" y "humana".
Las ONG integradas en el Consejo son Acope, Cáritas, la Confederación de Entidades para la Atención de las adicciones/Fundación Gizakia, Cruz Roja, Feaps, Fundación Atenea Grupo Para la Intervención en Drogodependencias, Fundación Padre Garralda, Pastoral Penitenciaria, Solidarios Para el Desarrollo y UNAD.

La última visita a la celda 614

La última visita a la celda 614

HERALDO recorre los pasillos y galerías de la antigua cárcel de Huesca, que cuenta los días para que la piqueta convierta en escombro 52 años de historia. En el solar se levantarán 160 pisos y un centro de salud.
Abandonada, mugrienta y fría, muy fría. La antigua cárcel de Huesca cuenta por fin los días para que la piqueta convierta en escombros más de medio siglo de historias personales y de episodios violentos que nunca se borrarán de la memoria oscense, como el sangriento motín que protagonizaron dos presos en 1991. En el solar se levantarán 160 viviendas y un nuevo centro de salud para el barrio del Perpetuo Socorro. El hedor de los excrementos de palomas invade todas las estancias, hoy en día desmanteladas ya que cualquier mueble, cancela o utensilio de lavandería o de cocina que pudo ser reciclado, se llevó a Zuera.
De la mano de un antiguo funcionario, HERALDO recorre los rincones de una prisión que se inauguró en noviembre de 1955 y que llegó a albergar a más de 300 presos, pese a tener solo un centenar de celdas. "No se podía poner el cartel de completo porque el resto de prisiones también estaban hacinadas" recuerda este trabajador. Lleva vacía casi 3 años, desde que se inauguró el Centro de Inserción Social para terceros grados, pero atravesar el portón principal de la cárcel sigue causando una profunda impresión.
El funcionario nos guía en primer lugar por el "rastrillo", un largo pasillo atravesado por seis puertas de seguridad dispuestas a modo de "búnker" para impedir cualquier intento de fuga. A los lados, oficinas ya sin vida en cuyo interior aún se conserva, por ejemplo, un armario con las llaves de todas las celdas ordenadas por colores. Un mural con una parrilla de San Lorenzo, la fuente de la Moreneta y la catedral, tres de los símbolos de la ciudad, rememora los cursillos que impartió en su día el pintor oscense Vicente Lacoma a algunos presos.
El viejo economato también está vacío. "Se vendía casi de todo menos alcohol. Ni siquiera colonia, porque algunos la utilizaban hasta para hacerse cubatas". En la enfermería, de hecho, aún está expuesta una lista de precios de 1998 de algunos de los productos: polvorones (19 pesetas), bolígrafos (23), Helados Ñam-Tricolor (79), fabada (285) o refrescos de cola (61), por ejemplo.
El final del "rastrillo" conduce a un puesto de vigilancia central con cristales blindados que servía de punto de unión de las tres galerías (de 36 celdas en cada una) dispuestas radialmente, en las que se distribuían los presos en base a su peligrosidad. A ellas se suman otra veintena de celdas "americanas" (las puertas son de barrotes de hierro), entre las cuales estaba el calabozo 614, la antigua celda de castigo que más tarde se destinó a los pesos con brotes psicóticos (la cama estaba anclada al suelo y el lavabo era macizo y empotrado a la pared para evitar que se autolesionaran).
La mayoría de las celdas eran estancias de unos 6 metros cuadrados con literas (aún quedan algunos colchones), un aseo y una estantería de obra. Además, cada una tenía un panel de corcho para colgar postales, fotos personales y de revistas… Aunque no se podían ensuciar las paredes, en una de las celdas todavía sigue el mensaje que un día dejó un preso: "Los muros de esta prisión no me harán pedir perdón nunca". El recluso de otro calabozo cercano prefirió refugiarse en la religión para pasar su condena pegando pasajes de la Biblia en la pared.
También llama la atención que las cadenas de las cisternas de las celdas y de cualquier aseo de la cárcel eran de madera. "Hubo que quitar todo objeto que pudiera ser susceptible de convertirse en un arma porque de cualquier cosa, hasta de un simple hueso, te hacían un pincho".
Los patios también han sufrido las consecuencias del paso del tiempo. Ahora los cubre una densa vegetación e incluso han crecido algunos árboles de forma casi inexplicable. Además, llaman la atención las verjas de más de 10 metros de altura que se colocaron en su día no tanto para evitar posibles fugas (las esquinas de los muros estaban lavadas para que resbalaran al intentar escalarlos), como para impedir que amigos y familiares de los presos arrojaran al interior objetos peligrosos y sobre todo droga. "Había señales muy curiosas. Un preso, por ejemplo, salía al patio con una naranja y cuando veía que los guardias no le observaban, la lanzaba al aire y en ese momento el que estaba fuera lanzaba la droga".
Otro de los rincones más emblemáticos de la prisión eran los locutorios de comunicaciones, quince cabinas donde los presos hablaban con sus familiares y también con sus abogados. Lo hacían a través de una rejilla que se comunicaba con la otra parte a través de un tubo metálico en forma de "U". "Había que tener mucho cuidado porque había gente que entraba alcohol a escondidas y mientras hablaban con el preso, echaban la bebida por la rejilla y al otro lado la aspiraban con una pajita y se ponían tibios en un momento", recuerda este funcionario. Al final del pasillo, una dependencia con sillones servía de antesala a una habitación con una cama de matrimonio donde se producían los contactos bis a bis.
En los viejos talleres, todavía sobreviven algunas obras artesanales que durante años realizaron los presos 7 horas al día: un panel de marquetería con un dibujo de Mickey Mouse para pirograbar, figuras de cerámica, balones de cuero... "Cuanto más ocupada está la gente en un lugar así, mejor para la convivencia".
Una decena de viejas mesas de madera continúan en el comedor. La cocina está casi desmantelada aunque aún hay algunas ollas y cacerolas industriales. "Al principio todos decían que comían bien, pero luego se volvía monótono porque es como si vas siempre al mismo restaurante a comer de menú del día". Este funcionario también subraya que el comedor era uno de los lugares más conflictivos de la prisión. "Si alguien pensaba protestar, siempre lo hacía aquí porque se encontraba más arropado", afirma.
En la despensa se conserva la llamada "bandeja de prueba", que disponía de varios recipientes para echar una porción de cada plato del día y que el director de la cárcel los probara antes de servirlos. Un folio pegado a la pared también recuerda la obligación que tenían los cocineros de guardar una muestra de cada comida durante tres días por si había alguna intoxicación alimentaria. Desde esta despensa se accede a un pequeño patio "donde en tiempos se hacía fuego los domingos para preparar una paella".
Para este antiguo funcionario de Huesca, las cárceles son "el reflejo de la sociedad". Reconoce que en sus más de 30 años de servicio, ha tenido muy pocas satisfacciones en el trato con los presos "porque ellos quieren es la libertad y eso no se lo puedes dar". A su juicio, un funcionario de prisiones debe ser ante todo "justo". "Si respetas sus derechos, la mayoría también te respetan a ti".

TONI: "Hay que dignificar al funcionario de prisión"

TONI: "Hay que dignificar al funcionario de prisión"

Ha creado, junto con cuatro compañeros, una oenegé para dar a conocer el trabajo de los funcionarios de prisiones. Cree que hay muchos falsos mitos sobre su profesión.


No somos personas que le dan a un botón para abrir y cerrar puertas, que damos órdenes o que pegamos a los internos. Nada más lejos de la realidad. Creemos que somos un elemento importante en el proceso de resocialización y reinserción del interno y que hay que dignificar nuestra labor y darla a conocer".

Toni es funcionario de prisiones y, junto a cuatro compañeros, ha creado una organización no gubernamental (oenegé) que se llama Prisiones Sin Fronteras y que da sus primeros pasos. El objetivo fundamental es difundir y "dignificar" este trabajo y ofrecer una "visión real" de un centro penitenciario. Está "muy ilusionado" con la iniciativa. Por eso, entre sus metas está dar charlas a los estudiantes a través de asignaturas como Educación para la Ciudadanía. "Me gusta mi trabajo, me llena. Hay que echar abajo el mito de que estamos en esto porque no hay nada mejor. Quienes entraron de diez años a esta parte son licenciados o diplomados. Y hay funcionarios desde hace muchos años a los que los internos adoran".

Tiene los pies en el suelo. No quiere dar una visión idílica de las cárceles, sino ajustarla a la realidad. Lejos de plantear un trato frío y duro con los reclusos en el que los funcionarios "torturan o maltratan", la relación es cercana y de colaboración. Y aunque no ejecutan directamente programas de reinserción y reeducación, su tarea se convierte en eso. "Toda la institución penitenciaria está volcada en la reinserción. Y los funcionarios tenemos con los internos un trato y un contacto diarios que son importantes. Ellos quieren alguien que los escuche. Yo lo hago. Me da igual el tipo de delito, porque no quiero prejuzgar. Ni juzgar. La gente piensa que es imposible reinsertar y si todos lo pensáramos, seguro que acabaría siéndolo. Pero yo creo que no lo es".

El día a día no es sencillo. "Hay momentos de mucha tensión". Pero los internos "están bien cuidados. Pueden estudiar, hacer cursos, aprender valores sociales. Tienen atención sanitaria, incluida la bucodental...", dice Toni. Y recuerda que no es fácil compaginar este esfuerzo por la reinserción con la labor "de disciplina y custodia" que deben ejercer. "Yo les ayudo en todo lo que puedo, pero siempre dentro de la ley. Creo en ellos, pero también en la disciplina. Es necesario educarlos, explicarles que no es admisible una pelea ni una extorsión", añade Toni, que estudió Derecho.

Está convencido de que casi el 100% de los funcionarios de prisiones realiza un trabajo ejemplar. "Habrá ovejas negras, como en todas partes. Pero la mayoría realiza una gran tarea". Para él, buena parte de los reclusos tienen una vida "realmente dura", y resulta muy complejo reinsertarse al regresar al núcleo familiar o social que los abocó a delinquir. Pero no pierde la esperanza.

Ahora, la organización está a la espera de que se confirme su registro oficial para pedir alguna subvención con la que pagar sus pequeños gastos (confeccionar la web, tener el logotipo o adquirir alguna herramienta para dar las charlas). Sabe que no será sencillo. "Al plantear lo de la oenegé, mucha gente se rió. Pero creo que puede interesar", dice

«Aún oigo las voces, pero un poco menos...»

«Aún oigo las voces, pero un poco menos...»

«Estaba tumbado en mi cama y, de pronto, unas voces me hablaron. Luego, la habitación empezó a oler distinto... Ahora también oigo esas voces, pero no tanto como antes porque estoy medicado». Es miércoles, y quince personas (siete mujeres), asisten a su terapia con la psicóloga de la cárcel de Zuera (Zaragoza), que esta vez se hace en el salón de actos porque todas las aulas están ocupadas con otras actividades. Entre los internos hay quien cumple condena por delitos de sangre y también otros por hechos menos graves. Tienen en común que han pedido ayuda psicológica. Además, buena parte ya había recibido asistencia psiquiátrica antes de ingresar en prisión (es una situación que se repite en el 17,6 por ciento de los reclusos españoles), y admiten que su principal problema es su cabeza; su «mala cabeza», que les ha llevado a delinquir.
La terapia de hoy trata de la «solución de conflictos» y sorprende la implicación de los pacientes, que hablan de sus historias con naturalidad, en ocasiones con cierto atropello en busca de respuestas a sus inquietudes, que la psicóloga trata de resolver proporcionándoles herramientas adecuadas: «¿Qué harías si tienes un problema con una compañera de módulo?». «Primero intentaría hablar con ella. Y si no hay solución, al «tigre» (cuartos de baño comunes, donde no pocas veces los internos ajustan sus cuentas)», responde una joven morena, miembro de una tribu urbana. «Algunas son peor que los animales, drogadictas, lo más «tirao»», remacha. Y tras escuchar que esa no es la solución concede que su problema es que es «muy impulsiva», incluso «intransigente».
También en primera fila otra joven morena, esta suramericana con antecedentes por drogas y espléndida sonrisa, cuenta que ya antes de tener problemas con la justicia intentó suicidarse. En eso coincide con un 3 por ciento de la población reclusa y también, como la mayoría, lo volvió a intentar en prisión.
Equilibrio precario
En la penúltima fila se sienta un hombre de mediana edad, de pelo corto y con perilla. Es uno de los más reservados del grupo, apenas habla y parece refugiado en sus pensamientos. En voz baja asegura que él ya está curado, algo que no está tan claro para los médicos, que saben que su equilibrio actual es precario y depende del tratamiento que recibe.
En buena medida, las características de los que forman este grupo coinciden con las conclusiones recogidas en el «Estudio sobre salud mental», realizado por la Instituciones Penitenciarias, del que ya informó ABC y que dibuja una situación más que preocupante: prácticamente la mitad de la población reclusa; es decir, más de 30.000 presos, sufre algún tipo de enfermedad mental, y en algunos casos varias.
El director de la cárcel de Zuera advierte de que con estos enfermos «la reeducación y la reinserción, que son el objetivo del sistema penitenciario, quedan relegadas a un segundo término, porque lo primero es curar». Advierte, además, que las respuestas que se dan al problema son siempre parciales, entre otras cosas por su «temporalidad, ya que en cuanto cumplen la pena, naturalmente, tienen que salir a la calle y allí no hay una red asistencial que se haga cargo de ellos». Las cárceles son, pues, el «vagón de cola de la sociedad, al que se envía a los que nadie quiere», añade.
«Nos llegan todos los fracasos de los recursos comunitarios. Al menos, aquí no hay posibilidad de que se repitan, porque ya no pueden ir a otro sitio», explica con una ironía que estremece uno de los facultativos del centro, que como todo el personal sanitario no sólo está muy sensibilizado con este asunto, sino que además se ha implicado en la movilización de recursos: «Tenemos un convenio con la diputación gracias al cual dos psiquiatras externos pasan aquí cuatro horas de consulta semanales. No es mucho, pero algo es algo».
Observación directa
«La única ventaja de que estas personas estén en un centro penitenciario -explica el subdirector médico de Zuera- es que al menos están vigilados. Se les diagnostica, se les trata y además, si es necesario, para garantizar que toman la medicación, se les administra en presencia del personal sanitario. Muchos, como los psicóticos y los esquizofrénicos, no tienen conciencia de estar enfermos y para ellos es más fácil seguir su tratamiento aquí que fuera. Pero este no es su sitio».
María tiene 40 años, es rumana y en julio ingresó en prisión. Unos días antes había tenido una pelea en un bar con otra mujer por celos. Sólo le causó pequeñas lesiones, pero además la amenazó e insultó a los policías que intervinieron. El juez la condenó a siete meses, que debía cumplir en un psiquiátrico penitenciario ya que tiene una enfermedad mental. Prisiones explicó a su señoría que ese no era un lugar para ella por las características de los internos de esos establecimientos. El magistrado lo entendió y ordenó llevarla a un «centro adecuado». La comisión de ingresos psiquiátricos, dependiente de los servicios sanitarios de Aragón, consideró entonces que sería suficiente un tratamiento ambulatorio, pero el especialista al que fue derivada María decidió que era necesario su permanencia en un lugar cerrado. Sin más opciones, la mujer acabó en la prisión de Zuera y si nadie lo remedia ahí seguirá hasta febrero. Ya había perdido la custodia de su hijo mayor, y el encarcelamiento le hizo perder también la del pequeño, que quedó en un centro de la Diputación.
Además, al no haber una imputabilidad plena no se la ha podido clasificar en ningún grado -por ejemplo régimen abierto- y, por tanto, tampoco conceder permisos de salida. Es decir, un pequeño incidente ha llevado a esta mujer a estar entre rejas por primera vez en su vida. «No entiende nada y es lógico -explica el director del centro-. Sabemos que está en una situación muy vulnerable y volcamos todos nuestros recursos en ella». Pero nada más se puede hacer.
En un limbo
Lo peor es que no es, ni mucho menos, un caso único. En la misma prisión hay un hombre que protagonizó un altercado en un bingo, durante el cual propinó una bofetada a un policía local. Está diagnosticado como enfermo mental y el juez le condenó a ingresar en un psiquiátrico penitenciario por un periodo de entre cuatro meses y tres años. No había plazas y acabó en prisión. Ya lleva siete meses, y como la anterior no puede ser clasificada en ningún grado ni disfrutar de permisos. Están, pues, en una especie de limbo. Se sabe, pero nadie toma medidas.
Más sorprendente aún es el caso de los presos límites, un millar según el citado estudio. En muchas ocasiones cometen pequeños delitos que les llevan a la cárcel. Salen, vuelven a la soledad y reinciden. A veces ni siquiera intentan huir.
«Las personas mal atendidas de sus patologías mentales cuando aún no han delinquido se convierten al final en un problema penitenciario», afirma el subdirector médico de Zuera, un profesional con muchos años deexperiencia.«Es más barato invertir en la asistencia sanitaria comunitaria que en prisiones», añade otro de los médicos de Zuera.
Como se refleja en el citado estudio, las situaciones que se viven en esta cárcel no son excepcionales. Por ello, Prisiones ha diseñado un programa marco de atención a estos enfermos, que a partir de ahora cada centro adaptará a su situación concreta. Se trata, primero, de detectar, diagnosticar y tratar a todos los reclusos con estas patologías; luego, de mejorar su calidad de vida, y finalmente de tratar de buscarles una salida de cara a su reincorporación a la sociedad.
Cada enfermo tendrá un programa de tratamiento individualizado, y en función de la gravedad de su estado hará actividades completamente al margen del resto de los internos, compartirá algunas o estará plenamente integrado con los demás. Se marcarán objetivos genéricos -por ejemplo, aumentar la calidad de vida, controlar el riesgo de suicidio...-, y otros específicos, a lograr en un plazo concreto, como puede ser conseguir que el paciente recoja y se tome la medicación de forma correcta, que se duche y asee a diario, que no se cause autolesiones o que sea capaz de viajar en solitario en transporte público...
Un equipo de rehabilitación será quien diseñe esos planes individualizados y en caso de que se considere necesario contará con la colaboración de presos de apoyo, que recibirán una formación específica de 300 horas, obtendrán una titulación homologada y además serán contratados por la administración penitenciaria y remunerados. «En principio -señala el director de Zuera-, lo más probable es que elijamos a los que ya hacen estos trabajos en los programas de prevención de suicidios». Para que actúen, el paciente tendrá que dar su consentimiento. La misión del recluso será colaborar con el equipo de rehabilitación y ayudará al enfermo en su integración, evitando que sea manipulado y objeto de abusos por parte del resto de internos.
«Son muy útiles, porque se convierten en nuestros ojos, los tienen vigilados de forma permanente y sabemos que al menor problema nos vamos a enterar y podemos intervenir de inmediato. Para ellos también es gratificante, porque aportan sus conocimientos», dice el equipo médico.
Estos programas son imprescindibles, pero todos saben que aun así su eficacia será limitada. «Lo más difícil es la reinserción social», insisten una y otra vez los expertos. «Un centro penitenciario no reúne las mejores condiciones para tratar a los enfermos mentales y, en cualquier caso, se trata de una respuesta temporal», explican los facultativos. «Si no se crean los centros adecuados en el exterior, que hagan compatible la seguridad de los ciudadanos con los derechos de los pacientes, no avanzaremos. Es imprescindible disponer de una red social de asistencia para cuando estas personas salgan a la calle».
Doble estigmatización
«Que nadie se engañe», dicen los expertos. De momento, estos enfermos están entre rejas. Pero un día saldrán a la calle y allí volverán a la soledad y al abandono, estigmatizados además por su doble condición de ex presidiarios y «locos». Lo normal es que dejen de tomar su medicación. Los que antes de ingresar en prisión ya oían voces, muy probablemente las volverán a escuchar. Los que no se sabían controlar, los que tuvieron brotes psicóticos, los depresivos, tienen todas las papaletas para volver a sufrir las crisis que les llevaron a prisión. A partir de ahí es imposible anticipar cómo reaccionarán, aunque podrían cometer actos gravísimos. Y la sociedad, entonces, se llevará las manos a la cabeza.

15 años del caso

15 años del caso

El día 13 de noviembre se cumplieron 15 años de la desaparición y muerte de las conocidas como "niñas de Alcàsser", tres adolescentes de entre 14 y 15 años llamadas Miriam García, Desirée Hernández y Toñi Gómez vecinas de esa localidad valenciana. Sus ejecutores fueron Antonio Anglés y Miguel Ricart, dos delincuentes que las subieron a su coche cuando hacían autostop para violarlas y asesinarlas. Antonio Anglés, el ejecutor, escapó de la justicia -hasta hoy-, convirtiéndose en un fantasma. Miguel Ricart, su colega y colaborador, fue condenado a una pena de casi dos siglos de prisión hace diez años en un proceso muy mediático que inició eso que hoy se conoce como "juicios paralelos".

Aunque, en la vida real, la gente no parece tener muy presente ese legado. "En Alcàsser no nos acordamos de estos aniversarios, es algo que no condiciona la existencia en el pueblo", explica Josep P. Gil, psicólogo en esta localidad, con largo contacto con el caso. Pero en Internet, en cambio, las teorías de la conspiración sobre el caso, como también un mito negro hacia Ricart y Anglés, tienen hoy día una vigencia escalofriante. "No es de extrañar", explica Gil, "la Red, con su anonimato, se ha convertido en un conducto perfecto para teorías paralelas que la vida real niega".

Si alguien busca "Antonio Anglés" en Google le aparecen 1.670.000 referencias. Si busca "Miguel Ricart", 964.000. La mayoría de ellas no corresponden a noticias de prensa o similares, sino a elucubraciones textuales llevadas a cabo por usuarios de la red en las que se defienden la existencia de conjuras que, ocasionalmente, hasta se enlazan con el atentado del 11-M. Por ejemplo, en algunos foros o en las intervenciones en el blog de Luis del Pino, promotor de los denominados "peones negros", se relacionan ambos casos como muestra de una larga voluntad política de ocultar la verdad real tan insidiosa como imaginaria. También en Internet existe un colectivo llamado El Palleter, que lleva largo tiempo promoviendo la oscuridad sobre Alcàsser. Su espacio virtual no sólo está dedicado ampliamente a la elucubración, sino a poner a disposición de quien lo crea oportuno todo tipo de declaraciones y documentos extraídos del sumario del caso, incluidas fotografías de objetos encontrados en los cadáveres (un reloj, una cruz de Caravaca). Asimismo, sus promotores recomiendan gran cantidad de otras páginas web y facilitan la versión completa digital del libro ¿Qué pasó en Alcàsser?, de Juan Ignacio Blanco, antiguo colaborador televisivo de Fernando García cuya relación acabó mal. El libro fue retirado de las librerías por orden judicial a instancias del abogado de Rosa Folch, madre de una de las víctimas, que no quería que la imagen de su hija -se incluían hasta fotos de autopsias- fuera tratada de ese modo.

"Nosotros intervenimos en su momento sobre Internet", explica Juan Segura, abogado de Rosa Folch. "Por ejemplo, hicimos que se quitara la página de una fundación de Fernando García que pedía dinero utilizando la imagen de Desirée, y también la de un colectivo de la conspiración llamado Viriato Luchador". Pero ese grupo ha reaparecido hospedado en otros sitios webs y hoy mismo ofrece el sumario entero del caso, y hasta el contenido de las actas judiciales, aparte de todo tipo de mensajes contra la administración de justicia y el legislador. Los nuevos fenómenos de la red no son ajenos en absoluto a este culto decadente, y en Youtube abundan los vídeos de pintorescas intervenciones televisivas de quienes fueron citados como testigos en el juicio. También en la comunidad internacional de usuarios Myspace hay una página dedicada al crimen con fotos de las víctimas. En ella se escucha una canción de música de baile dedicada al suceso (se llama Crimen en Levante) y proliferan las opiniones recientes -pretendidamente modernas e irónicas, pero enfermizas- de usuarios con acceso a la página. Aunque quizás lo más sorprendente sea que Anglés y Ricart tienen en este momento en la red sendas páginas web personales no autorizadas en las que el webmaster se pone en el rol de los respectivos autores del crimen.


Un preso sin permisos
Miguel Ricart, hoy en la cárcel de Zuera, permanece encerrado -uniendo el tiempo pasado en prisión provisional con el cumplimiento de la condena propiamente dicha- desde 1993. A punto ha estado alguna vez de conseguir permiso, pero se ha evitado, en buena parte, por la intervención de los abogados de la asociación Clara Campoamor, responsable de la acusación popular durante el juicio. No obstante, pronto podría solicitar de nuevo ese privilegio. De Antonio Anglés nada se sabe. Lo último que se considera es su paso por un barco con destino a Irlanda que zarpaba desde Portugal. Sigue entre los más buscados en la página web de la Guardia Civil, aunque no ayuda a su posible identificación internacional la indicación de que su edad es de 26 años de edad -eso tenía cuando desapareció- ya que hoy debería tener más de 40. Su familia ya no vive en el pueblo de Catarroja, como tampoco la de Miguel Ricart (su padre murió).

Fernando García puso un negocio de venta de colchones frente a la casa de los Anglés, pero ya lo cerró. Viene teniendo relación con los tribunales por diferentes causas relativas a las acusaciones que vertió en televisiones, y con una fundación que creó con donaciones de gente anónima. A instancias de Rosa Folch, la Audiencia Nacional condenó al Estado a indemnizar con 300.000 euros a cada uno de los padres de las víctimas por permitir que Anglés disfrutara de un permiso penitenciario en el momento del crimen.

DENUNCIA DE LOS FUNCIONARIOS DE ZUERA

Los funcionarios de la cárcel de Zuera califican de "pasiva" la actitud de Instituciones Penitenciarias tras la última agresión e intento de secuestro de un compañero por parte de dos internos. Consideran que hubo bastante suerte al poder reducir a los agresores por un descuido de éstos, lo que no evitó una herida que le perforó la pleura a un vigilante. El colectivo denuncia que deben reducir a internos peligrosos con medios que se usaban ya hace 30 años. Con 1.800 reclusos en el penal y un aumento de la peligrosidad de una parte de la población penada, no es cuestión de dilatar las medidas que den seguridad a los vigilantes.

24/09/2007

UNA MEJOR FORMA DE UTILIZAR LAS PRISIONES

UNA MEJOR FORMA DE UTILIZAR LAS PRISIONES

Ensayo de la banda de las canteras en la antigua prisión de Torrero

UN FUNCIONARIO POR CADA CIEN PRESOS

El intento de fuga de dos presos de Zuera, con secuestro incluido de un funcionario, ha puesto de manifiesto una vez más que la situación de la administración penitenciaria española tiene algunos problemas graves que requieren una solución urgente antes de que suceda una tragedia. No es de recibo que un funcionario tenga que estar al cuidado de cien presos, por mucho que éstos nunca hayan dado problema. Antes o después, como se demostró el sábado en Zuera, puede ocurrir un intento de fuga o un motín, porque el hacinamiento es otro de los problemas que tienen las prisiones españolas. No esperemos a que ocurra una desgracia.
10/09/2007

PEREZ BERNAD ENTREVISTA A MERCEDES GALLIZO: "Los pobres son el grueso de los presos"

PEREZ BERNAD ENTREVISTA A MERCEDES GALLIZO: "Los pobres son el grueso de los presos"

NACIÓ EN ZARAGOZA EN 1952.

ESTUDIOS CURSÓ FILOSOFÍA Y LETRAS EN LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA.

AFICIONES LECTURA, OPERA, CINE Y ANDAR.

TRAYECTORIA FUE DIPUTADA EN EL CONGRESO POR ZARAGOZA. LLEVA TRES AÑOS AL FRENTE DE LA POLÍTICA PENITENCIARIA.


--¿Ha sido el de De Juana Chaos el peor episodio desde que está en la Dirección General de Instituciones Penitenciarias?

--No ha sido el peor. Es verdad que tenía todo el día los focos delante y había una fuerte presión de la prensa y de la oposición, no muy constructiva esta. Las complicaciones que acarrea el cargo son otras, la responsabilidad de personas que cumplen condena, la obligación de mejorar su situación y el compromiso de avanzar hacia una sociedad más protegida.

--¿Cuántos presos salen a la calle cada año sin acabar de cumplir condena por prescripción médica o motivos humanitarios?

--Una media de 300. El último, José María Ruiz Mateos. En el caso de De Juana Chaos solo le quedan por cumplir unos meses. Hay excarcelaciones por motivos humanitarios con mucho más tiempo pendiente de condena.

--Recientemente, Etxerat, asociación de familiares de presos de ETA, denunciaba que doce de estos reclusos estaban enfermos de gravedad.

--En nuestro sistema penitenciario hay muchas personas enfermas, a las que tratamos y cuidamos. A veces, esas enfermedades son tan graves que pueden empeorar por su permanencia en prisión. De ahí que el sistema tenga prevista la excarcelación cuando su vida corre riesgo. También hay personas con enfermedades gravísimas, que no es el caso de los doce reclusos de ETA, pero no las podemos dejar marchar, porque si salen hacen una gorda. Vuelven a delinquir.

--Existe la impresión de que la seguridad en España se pretende conseguir a costa de pasar a ser un Estado penitenciario. ¿No son muchos 65.810 presos?

--Son muchísimos, tenemos la mayor población penitenciaria de Europa, con 146 penados por cada 100.000 habitantes. Superamos a Inglaterra. Encarcelar a los delincuentes es un recurso fácil, pero es discutible que la sociedad sea más segura con más gente en las prisiones. Hay otras alternativas, como que el estafador o el delincuente económico devuelvan las cantidades defraudadas. Eso les resulta más duro que estar unos meses privados de libertad.

--Sin embargo, la sociedad tiene la percepción de que el Código Penal es más suave en España que en otros países y pide más condenas.

--Es una distorsión interesada de la realidad. Las cárceles se llenan como hace 80 años. Es una vergüenza para nuestro sistema.

--¿Hasta qué punto influyen los presos extranjeros en el problema de hacinamiento?

--Hay que resaltar que el inmigrante, por definición, es una persona que viene a trabajar y a ganarse la vida, tiende a adaptarse al sistema. Lo que ocurre es que vivimos en un mundo cada vez más globalizado y España es un lugar de paso para muchas cosas, también para las redes transnacionales de delincuencia. La población reclusa extranjera alcanza al 32%, según las últimas cifras. La mayoría de los presos cumple penas por tráfico de drogas. Son personas utilizadas por las redes de narcotraficantes para pasar droga por Barajas o que llegan por el estrecho.

--¿No hay una tendencia al incremento de delincuentes violentos de países del Este?

--El de la delincuencia organizada es otro problema. Estos presos son menos que los traficantes, pero son violentos y de mucho riesgo. No obstante, el grueso de los presos no son los inmigrantes, siempre son los pobres con pocos recursos, sin trabajo ni formación cultural.

--Dada su trayectoria personal y política, ¿no le produce frustración que se haya llegado a una sociedad que prima el castigo sobre la prevención?

--Frustración no es el término. Estoy desolada porque no hemos conseguido transmitir a la sociedad la complejidad del mundo penitenciario. Se trata de problemas muy complejos y de difícil solución, porque los delitos tienen determinadas causas, la pobreza, la incultura, la marginalidad, que no se resuelven en las cárceles. Es desolador comprobar que el extraordinario esfuerzo para ampliar las estructuras y mejorar la habitabilidad de las cárceles se ve desbordado por el constante incremento de presos.

--La respuesta social es que se condene más y más conductas.

--¿Han bajado los delitos por ello? La respuesta fácil es condenar. Si los conductores corren más, hay que enviarlos a la cárcel, lo mismo que a los autores de violencia de género. Hay otro tipo de actuaciones para evitar que los conductores no conduzcan a gran velocidad. Se trata de evitar que se produzcan estos hechos y con mandar a la cárcel al autor no se evitan. Lo único que ocurre es que la venganza de la sociedad se deja ver con más fuerza.

--¿Las alternativas son la integración, la cultura, la educación?

--La educación es importantísima. Estoy sorprendida por los límites que ha alcanzado el debate sobre la asignatura Educación para la ciudadanía. Soy partidaria de una educación en valores y queremos que la asignatura llegue a las cárceles, porque es una de las carencias fundamentales en los reclusos.

--Otra de las alternativas son los centros de inserción para presos en régimen abierto, pero son insuficientes o disponen de pocas plazas, como ocurre en Zaragoza.
--A ocho meses de culminar la legislatura, ¿ha meditado si querría seguir en el cargo?

--Creo que no es el momento de pensar en ello, no suelo hacer previsiones para más de una semana o un mes.

--¿Le ha compensado esta responsabilidad política?

--Sí. Tengo un compromiso asumido con mi partido, mi Gobierno y mi país. Mi función ha sido compartir el trabajo con las personas que colaboran con Instituciones Penitenciarias.

--¿Ha sido incómodo habituarse a la vida en Madrid?

--Ya había estado allí como diputada, aunque es verdad que mi trabajo no requería una presencia tan continuada. Estoy bien allí y me gusta mucho la política nacional. En relación con mi vida personal, es cierto que la política no te deja tiempo para ella. No me acostumbro a llevar escolta siempre, pero así son las cosas.

--La lejanía de su trabajo no le impide volver siempre que puede a Zaragoza.

--Es que tengo mi casa aquí. Soy zaragozana y ejerzo de ello, esté donde esté y cualquiera que sea mi actividad.

08/07/2007