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BOQUERÓN

La cárcel de Zuera, un polvorín (Editorial)

Los peores pronósticos sobre la cárcel de Zuera (la macrocárcel se le llamaba) se van cumpliendo de forma inevitable. Y el problema esencial radica en la propia vida interna de una prisión prevista para poco más de un millar de internos y que ahora alberga a casi el doble. Que en ese ambiente de masificación se produzcan agresiones e incluso motines en toda regla como el de este fin de semana parece casi normal. Lo raro sería que todo fuese como la seda dentro de un centro masificado en el que los funcionarios no dan a basto.


SISTEMA SOBRESATURADO La zaragozana Mercedes Gallizo, máxima responsable de Instituciones Penitenciarias, recibió hace más de cuatro años una red de prisiones donde el abandono y la sobresaturación apenas podían ser afrontados con unos presupuestos prácticamente congelados. De entonces acá, la gestión de las cárceles ha mejorado bastante, se han puesto en marcha líneas de rehabilitación interesantes y se está intentando ampliar el número de centros para poder instalar en ellos a una población reclusa que no deja de aumentar.

A la vista está, sin embargo, que las medidas de la Administración van por detrás de los acontecimientos. Zuera es el perfecto ejemplo de prisión moderna y teóricamente bien dotada de servicios en la que, no obstante, la acumulación de internos más allá de los márgenes tolerables está acabando con cualquier buena intención. En esas circunstancias no cabe hablar de rehabilitación, sino de violencia, suicidios y motines.


NUEVOS PELIGROS En Zuera, con cerca de dos mil internos entre los cuales figuran personajes notablemente peligrosos, los riesgos aumentan. Hay terroristas islamistas sobre los cuales no se puede ejercer el debido control, hay gente violenta o con tendencias depresivas que no es objeto de la atención adecuada. Si pasamos revista a los últimos incidentes habidos, no cabe sino certificar un fracaso y advertir de que aquello puede acabar convirtiéndose en un polvorín... Si no lo es ya.

Todas las perspectivas apuntan a que en el inmediato futuro el número de personas encarceladas irá en aumento. Ante tal situación sólo cabe intensificar el despliegue de establecimientos penitenciarios (y de funcionarios que los atiendan) aumentando su capacidad, reducir los ingresos en prisión por delitos menores en los que no se haya producido violencia contra las personas y apostar por seguir considerando la cárcel de Zuera y todas las demás lugares para que el castigo desemboque en la reinserción.

03/06/2008

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