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BOQUERÓN

Defecar mal y a destiempo

A Antonio, un preso que cumple condena en la cárcel de Zuera, nunca le había resultado tan poco rentable el papel de mulo de la droga como el pasado domingo. Su reticencia a compartir la carga de su vientre con otros compañeros le llevó a ser expedientado y a quedarse sin ella.

Ese día, Antonio regresó a la cárcel después de disfrutar de un permiso y con la panza bien provista de pirulas para él y otros dos compañeros del módulo tres, con los que se había compinchado.

El sistema funcionó, posiblemente porque ya había sido ensayado. La máquina de la droga no pitó y el recluso pudo introducir su cargamento en el centro penitenciario sin despertar las sospechas de los funcionarios.

Sin embargo, Antonio, que estimaba que el peor papel le había correspondido a él, mientras sus colegas esperaban tranquilamente su regreso a la cárcel, decidió que no iba a compartir las pastillas con nadie. Así se lo comunicó a los otros dos cómplices.

Disconformes con esta decisión unilateral, los dos reclusos engancharon a Antonio, dispuestos a hacerle soltar la carga como fuera aunque no le apremiara la necesidad en ese momento.

Obligar a defecar a alguien cuando no quiere hacerlo debe de ser muy complicado y muy ruidoso, porque los presos organizaron un jaleo de tal magnitud que alertó a los funcionarios que se encontraban en esos momentos en la prisión. Estos sorprendieron a los internos en plena faena, mientras Antonio se resistía a poner algo de su parte para complacer a sus compañeros.

Finalmente, fue necesaria la intervención de varios funcionarios para interrumpir la operación y aislar a los internos, que se resistían a renunciar a la carga del mulo.

Parece ser que, finalmente, Antonio depuso, aunque las fuentes penitenciarias consultadas no han explicado el método mágico para que efectuase esa descarga a pesar de su intransigencia y si era similar al de los dos reclusos implicados en los hechos.

Finalmente, el recluso actuó como el perro del hortelano, y no solo no comió él ni sus compañeros, sino que estos serán, además, víctimas de medidas disciplinarias y Antonio tardará algo más de lo que esperaba en obtener otro permiso para abandonar temporalmente la cárcel.
06/03/2008 J. M. PÉREZ BERNAD

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