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BOQUERÓN

La distribución de medicamentos genera un conflicto en Zuera

La distribución de medicamentos a los reclusos enfermos del centro penitenciario de Zuera se ha convertido en un asunto conflictivo que puede amenazar la seguridad de la cárcel. El reparto debería hacerse a diario, pero solo se efectúa tres días a la semana (lunes, miércoles y viernes), con lo que numerosos reclusos reciben de golpe varias dosis de medicamentos, de hasta tres días seguidos.

Esta forma de proceder, que ha sido denunciada por la Agrupación de los Cuerpos de la Administración Penitenciaria (Acaip), es achacable a la escasez de personal específico y se produce, según un miembro del sindicato, "desde el mismo día en que se inauguró la prisión".

"Los trabajadores sociales no están fijos, sino que trabajan cuando se les pide, de ahí arranca el problema", aseguró la misma fuente. La abundancia de medicamentos es consustancial con las cárceles, dado que la población penitenciaria está especialmente castigada por enfermedades físicas y trastornos mentales, a menudo ligados al consumo de estupefacientes.

Por este motivo, muchos presos reciben numerosas pastillas que han de tomar diariamente. Y si no hay un funcionario pendiente de ellos, nada impide que se automediquen e ingieran más o menos de las recetadas por el médico ni que trapicheen con los medicamentos. "Este descontrol es una fuente permanente de conflictos, entre los propios presos y entre ellos y los funcionarios", denuncian en Acaip.

EL PELIGRO DE LA METADONA
En particular, la metadona, un fármaco destinado a personas con problemas de drogodependencia, puede ser un peligro en los módulos de Zuera, según el sindicato. Los reclusos que lo toman, al no estar vigilados, pueden intercambiarlo por otros medicamentos e incluso venderlo a otros internos.

"Lo normal sería que los medicamentos se entregaran todos los días y que un funcionario supervisara su ingesta", afirman en Acaip. De hecho, así se hace habitualmente en la otra prisión aragonesa, la de Daroca.

Pero en Zuera esto resulta más complicado, dado que se trata de un penal superpoblado, con 1.900 presos cuando no debería haber más de 1.100, aproximadamente. "El hacinamiento no se va a acabar, pero al menos debería ejercerse una vigilancia más estrecha sobre los medicamentos que se entregan a los reclusos", concluyen en el sindicato Acaip.
29/11/2009 F. VALERO

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