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BOQUERÓN

Zuera supera en 500 presos su capacidad, pero el Gobierno presume de «innovación»

Zuera supera en 500 presos su capacidad, pero el Gobierno presume de «innovación»

La secretaria general de Instituciones Penitenciarias, la aragonesa Mercedes Gallizo, visitaba ayer su tierra para inaugurar una oficina judicial en la cárcel de Zuera. Un nuevo servicio que, según Gallizo, es «pionero en España» y permitirá que con «pocos medios se consigan resultados excepcionales». Pero mientras se presume de innovación, la cárcel de Zuera sigue saturada. Según las últimas estadísticas oficiales -facilitadas a ABC por el sindicato de prisiones Acaip-, de la prisión de Zuera dependen actualmente 1.814 reclusos, 800 por encima de la capacidad para la que se concibió el centro. Y, aún así, no es de las cárceles en peor situación. Las hay que están al 180 por ciento de su capacidad, en las que el trabajo de los funcionarios se complica seriamente.
De los 1.814 reclusos que dependen de la prisión de Zuera, los que están internos en ella son algo más de 1.600. El resto, cerca de 200, se encuentran fuera de la cárcel, en el Centro de Inserción Social (CIS) de Huesca y en el «Trece Rosas» de Zaragoza, habilitado en lo que fue la antigua cárcel de Torrero.
Los algo más de 1.600 internos que tiene Zuera es una cifra excesiva para la capacidad real del centro, que cuenta con 1.008 celdas individuales. Si se suman las dependencias de aislamiento, enfermería y el departamento de ingresos, la capacidad máxima ronda las 1.100 plazas de reclusos. Es decir, el centro esta sobrepasado en más de 500 internos.
Es un problema permanente desde hace años en una cárcel que entró en funcionamiento en el año 2001. Lo hizo con 697 reclusos, pero la cifra fue aumentando rápidamente y no tardó en dispararse. En 2005 ya eran 1.781 los presos que dependían de esta cárcel zaragozana, perteneciente al grupo de las principales prisiones españolas por su dimensión y características.
Un problema crónico
Hace años que la saturación se ha convertido en un problema cotidiano en Zuera. El año pasado, en vísperas de la Expo, llegó a haber más de 1.700 internos en esta cárcel. Los sindicatos denunciaron el hacinamiento en unas instalaciones que se veían rebasadas por continuos ingresos de personas que eran detenidas por las fuerzas de seguridad, fruto del incremento de los controles y la vigilancia por la celebración e la Exposición Internacional de Zaragoza.
A pesar de que en los últimos meses la población reclusa ha descendido en Zuera, la saturación se mantiene en cifras preocupantes. Juan Carlos, delegado del sindicato Acaip en esta prisión, no es muy optimista al respecto. Está convencido de que la cifra de reclusos seguirá aumentando, porque esa es la tendencia.
El hacinamiento obliga a alojar en una celda a dos reclusos, a pesar de estar concebidas para acoger cada una a un interno. Ahora bien, eso no se puede hacer en todos los casos, porque hay cierto perfil de presos que debe estar solo en una celda. Es el caso de los que están incluidos en el denominado Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES). Se tienen que mantener en celdas individuales por motivos de seguridad. Así ocurre con reclusos muy peligrosos, miembros relevantes de grupos de delincuencia organizada o internos que han pertenecido a las fuerzas de seguridad o a la plantilla de Instituciones Penitenciarias.
Las consecuencias del hacinamiento las pagan los reclusos, los funcionarios y el propio sistema. «En Zuera somos unos 500 funcionarios en total, pero los que estamos dedicados a vigilancia en sentido estricto somos ocho grupos de 32, es decir, 256 repartidos a turnos», explica Juan Carlos. Es la plantilla pensada para atender la prisión con 500 reclusos menos, así que difícilmente se pueden atender adecuadamente los servicios, por mucho interés que se ponga.
«Estamos soportando una carga de trabajo que no es normal», explica Juan Carlos. Eso repercute en un funcionamiento más precario del sistema penitenciario, concebido para facilitar la reinserción social del preso. Eso pasa por vigilar que dentro de la cárcel se respetan las normas y la ley. Y eso no siempre es posible. Hace menos de dos meses se disparaba la polémica por la muerte de reclusos en Zuera por consumo de drogas.
El control interno se complica
«Aquí, entrar a revisar una celda que en vez de un interno tiene dos, con decenas de enseres personales y de prendas de vestir de cada uno de ellos, se convierte en una misión casi imposible», relata este funcionario.
Con este panorama, la puesta en servicio de la oficina judicial inaugurada ayer es vista con optimismo moderado por los funcionarios de la prisión de Zuera. Juan Carlos afirma que se nota en ocasiones el «esfuerzo» de la Administración, pero no se avanza lo suficiente para solucionar el problema de saturación que se arrastra.
La nueva oficina, según Gallizo, reducirá paulatinamente el número de traslados de presos que se hace cada mes para acudir a los juzgados por diversos trámites.
ROBERTO PÉREZ

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