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BOQUERÓN

Cuatro de cada diez nuevos presos en España tienen adicción a las drogas

Cuatro de cada diez nuevos presos en España es adicto a las drogas y, en la mayoría de los casos, las sustancias estupefacientes son un factor determinante para su entrada en prisión. La directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, defendió ayer en las jornadas sobre drogodependencias de Aproda, que se celebran en Sotogrande, la implantación de un modelo carcelario más encaminado a la reinserción social que al meramente punitivo.

El análisis individual de los reclusos de nuevo ingreso revela que el 42 por ciento consumió drogas en el mes anterior a su entrada en la cárcel, principalmente cocaína y heroína (la segunda en un 11,7 por ciento de los casos), seguidos por el cannabis y el alcohol.

Gallizo destacó que los sistemas alternativos al régimen penitenciario cerrado están aún poco desarrollados, tanto por falta de medios como por el fuerte arraigo social de que la cárcel es el único recurso para enmendar la comisión de un delito. “En el caso de personas adictas a las drogas, la espiral se acentúa y difícilmente se logrará la reinserción si no se dan oportunidades para ello”, expuso. El tratamiento de las drogodependencias en el mundo penitenciario se erige como una cuestión de suma importancia, según Gallizo, ya que la droga forma parte de la base del delito, bien por tráfico para obtener beneficios o por la búsqueda de recursos económicos recurriendo a la delincuencia para conseguirla.

“El modelo debe tender a ser más eficaz y comprometido, de manera que se elimine la presencia de las drogas como causa. Es una forma menos costosa y el esfuerzo debe ser combinado entre la Administración y los grupos de acción social”, apuntó.

Una de las modalidades propuestas por Gallizo para el tratamiento carcelario de drogodependientes pasa por el desarrollo de los sistemas de suspensión de penas, en vigor desde 1995. Su aplicación ha crecido un 600 por ciento desde 2003 hasta los 1.476 casos en lo que va de año en toda España. Pero siguen siendo insuficientes. “Otra opción es el internamiento en centros extrapenitenciarios para internos en tercer grado, pero hacen falta infraestructuras. Nadie duda de su eficacia”, valoró.

“La prisión es lugar de exclusión para quienes ya están excluidos. Evitarlo debe ser uno de nuestros objetivos ya que la cárcel no es el único recurso, debe ser el último recurso”, destacó. Con una tasa de analfabetismo que alcanza el 11 por ciento, los presos en España deben ser atendidos desde el punto de vista sanitario, educativo y terapéutico para que, cuando abandonen el penal, no caigan nuevamente en la reincidencia. “Es necesario que la respuesta a un delito vaya más allá de la prisión, si se abusa del penal, deja de ser efectivo”, solicitó Gallizo.

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