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BOQUERÓN

Zuera reeduca a presos para deshabituarlos de la violencia

Los programas de reeducación de maltratadores son voluntarios para los presos condenados por delitos de violencia de género, pero obligatorios por orden judicial para aquellos a los que no se ha privado de libertad pero se les dota de medidas de seguridad alternativas. En estos momentos, de los 162 reclusos encarcelados por maltrato a su pareja solo 17 están inscritos en uno de ellos, once en Zuera y seis en Teruel. Mientras que en Daroca ha terminado uno y tiene que empezar el siguiente, por lo que no se está impartiendo ninguno.

Un número muy bajo tanto por la falta de motivación de la mayoría de la población reclusa como por la duración del programa, que es de doce meses, y que imposibilita el acceso a los presos con penas más cortas.

"Los resultados son, de momento, positivos. En Zuera empezamos con el programa en el 2007. Les hacemos un test antes de entrar y al salir, y hemos comprobado que hay menos reincidencias. Y quienes reinciden, lo hacen con un nivel de agresión menor", afirma Anabel, nombre ficticio de una de las psicólogas de dicha prisión. En cuanto al resultado del programa para los no encarcelados, Instituciones Penitenciarias lo dará a conocer en breve.

Ambos programas persiguen fines idénticos, por lo que el esquema, las líneas y su contenido es muy similar. "Lo primero es el reconocimiento de los hechos. Admitir que se ha hecho daño a otra persona. Y por ello se trabaja mucho el tema emocional, exteriorizar las emociones propias y ajenas y controlar la ira y la rabia para controlar las conductas agresivas, que es el objetivo final".

Y es que, según los psicólogos, dos son las principales características en común de casi todos ellos, aunque no exista un solo perfil de personalidad pero sí una base de fondo de prevalencia de valores machistas. La primera, las ya comentadas dificultades de asumir y reconocer lo hecho. La segunda, "la dificultad que tienen para expresar emociones, incluso para identificarlas. Por ello se trabaja poniéndose en el lugar del otro, viendo cómo se siente uno cuando se le hace daño".

Sentimientos como que "no fue mi intención, no necesito que nadie me ayude, solo fue una torta, etc, son habituales porque restan importancia a los hechos y los autojustifican", argumentan.

Recientemente se ha empezado a incluir a los hijos en estos programas como víctimas indirectas de los maltratos. "Por lo poco que hemos podido trabajar, estos hombres son más sensibles a los daños causados a los hijos que a su pareja", revelan.

28/11/2010 M. N. - EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

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