Blogia
BOQUERÓN

El preso que mató a otro estaba mal clasificado, según Acaip

El sindicato de funcionarios de prisiones Acaip denunció ayer que el recluso que asesinó a otro con un pincho carcelario en la prisión de Zuera el pasado martes no estaba debidamente clasificado por su nivel de peligrosidad. En una nota, la central sindical señala que el presunto autor de la muerte, Santiago Domínguez Cortés, acababa pasar de primer a segundo grado, lo que le permitía hacer vida en módulos donde estaba menos controlado.

De hecho, Acaip afirma que el módulo donde se produjeron los hechos, el número nueve, ya había sido escenario a fines de enero de la agresión de un interno a otros dos presos con una mancuerna de gimnasio, un aparato de musculación que puede convertirse en "un arma muy peligrosa".

El sindicato expresa su extrañeza por el hecho de que Domínguez, que acababa de llegar del penal de El Puerto (Cádiz), pudiera salir al patio del resto de reclusos, pese a que tenía varias faltas disciplinarias.

De esta forma, indica Acaip, el recluso que progresa de primer a segundo grado, donde el control no es tan exhaustivo, "pasa de estar cuatro horas en un patio con dos o tres internos a estar todo el día en patios masificados".

En el caso de Domínguez, que en El Puerto estaba clasificado en primer grado, fue destinado a un módulo destinado a internos menos peligrosos.

Su víctima, Antonio Giménez Hernández,perdió la vida cuando se hallaba en su celda. El sospechoso aprovechó la apertura de un puerta que comunica con una sala de esparcimiento para colarse en el habitáculo y clavarle en el corazón un pincho carcelario que es objeto de una intensa búsqueda.

Los pinchos son unas armas blancas muy rudimentarias que hacen los propios presos utilizando objetos metálicos que extraen de las instalaciones carcelarias.

En este sentido, Acaip denuncia la dificultad de cachear a los internos debido a la masificación del centro penitenciario de Zuera, que está concebido para 1.100 reclusos y alberga 1.600.

Además, el sindicato explica que su labor se ve obstaculizada por la gran cantidad de pertenencias que los presos acumulan en sus celdas. "No existen almacenes para guardar las prendas y utensilios que los internos no usan habitualmente, las celdas están abarrotadas y es muy difícil descubrir objetos peligrosos y prohibidos", añade Acaip.
06/02/2010 EL PERIÓDICO

0 comentarios