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BOQUERÓN

El preso en huelga de hambre desde hace más de 4 meses, en estado crítico en el Servet

El preso de la cárcel de Teruel que mantiene una huelga de hambre desde hace cuatro meses y medio se encuentra ingresado en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza en estado crítico y con daños irreversibles en sus órganos. El interno, T. H., de 40 años y nacionalidad marroquí, está llevando hasta sus últimas consecuencias la protesta con la que pretende conseguir que se revise la condena de 16 años de cárcel que se le impuso por un delito de violación (13 años) y otro de robo con violencia (3 años).

El hombre está siendo alimentado a la fuerza por orden judicial desde principios del pasado mes de abril, cuando su situación empeoró de forma alarmante. La mayor parte del tiempo ha estado ingresado en el hospital Obispo Polanco de Teruel y en varias ocasiones en la unidad de cuidados intensivos de ese centro sanitario. Ahora ha sido trasladado a la capital aragonesa para hacerle algunas pruebas y este jueves fue examinado por un médico forense.

El interno, que residía en Alicante antes de ser condenado, mantiene que ha sido víctima de un error judicial y que es completamente inocente del delito que le atribuyeron. Sin embargo y a pesar de que se le ha proporcionado asistencia legal gratuita, la revisión de su condena solo podría hacerse si aparecieran nuevas pruebas. Se da la circunstancia de que esta persona está sola en España y no tiene apoyo familiar. Las únicas visitas que recibe son las de voluntarios de Cáritas y de organizaciones laicas, así como el personal sanitario. También le visitó un hermano, que llegó desde Marruecos, pero su actitud no varió. No quiere hablar con nadie, ni siquiera con los médicos. Además, pasa por distintos periodos en los que empeora su estado de ánimo, se arranca las sondas por las que le proporcionan nutrientes y se niega a que se las pongan.

Protesta hasta el final

T. H. llegó al centro penitenciario de Teruel hace un año. Al principio, su comportamiento fue normal. Pero desde hace cuatro meses y medio decidió emprender esta forma de protesta para reivindicar su inocencia.

En un primer momento, el equipo de tratamiento del propio centro penitenciario -del que forma parte un psiquiatra, un trabajador social y un jurista, entre otros- trató de disuadir al interno, pero todo fue en vano. Su empeoramiento motivó su ingreso hospitalario y, en último lugar, la alimentación forzosa por orden judicial.

Aunque se ha propuesto su libertad condicional por el grado de deterioro que padece, el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria no ha considerado esta posibilidad.

Marta Garú - Heraldo.es - 8-7-2011

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