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BOQUERÓN

Los presos de Zuera trabajan de noche para atender la demanda

Pese a la crisis económica, los talleres de la prisión de Zuera no paran ni siquiera de noche. Los reclusos que desean sacarse un sueldo entre rejas se dedican a hacer cableados de automóvil, somieres y hasta patas de cama a altas horas de la madrugada. Instituciones Penitenciarias sostiene que es bueno que los presos estén ocupados, pues rebaja la tensión y sirve para rehabilitar a muchos internos. Además, alega que el horario se extiende hasta la madrugada para hacer frente a un incremento de la demanda.

Pero los funcionarios que los vigilan están intranquilos. Piensan que a esas horas es más fácil que un preso deje de repente lo que tiene entre manos, les ataque y trate de fugarse. "Por la noche se reduce la plantilla y en cada taller solo hay un funcionario vigilando a los presos que trabajan", señala una fuente del interior de la prisión.

Las zonas de trabajo cuentan con cámaras de grabación conectadas con la torre de control, una medida que quienes están pendientes de los reclusos consideran "insuficiente".

Eliseo Pérez, representante del CSIF, considera que "es bueno que un centro penitenciario fomente la productividad". Pero, al mismo tiempo, considera que "no es normal que de noche los presos estén yendo de un lado a otro de la cárcel". El responsable sindical ya ha transmitido al director del centro el malestar existente entre los funcionarios y espera mantener en breve una reunión sobre el problema.

El incremento de la producción de los talleres de Zuera, que dan empleo a más de 400 reclusos, empezó el pasado verano. Sin embargo, la situación no es nueva, pues hace dos años ya sucedió algo parecido. Y lo cierto es que el trabajo a destajo no disgusta a los reclusos. Al principio, solo cuatro o cinco abandonaban la celda de noche para irse a hacer lámparas, por ejemplo. Pero últimamente se apuntan grupos más numerosos, de hasta quince internos.


CUESTIÓN DE SEGURIDAD "Es una cuestión de seguridad", afirma Eliseo Pérez. "Y no hay seguridad cuando un solo funcionario tiene que vigilar a un grupo tan numeroso y a unas horas en que la plantilla está bajo mínimos", añade el sindicalista.

En la Secretaría de Instituciones Penitenciarias explican que el funcionario destinado en el taller "no está solo, pues tiene compañeros de trabajo en los módulos y en las cabinas de control".

Además, el portavoz oficial subraya que los presos que trabajan en talleres están seleccionados y son personas estables que hacen todo lo posible por conservar su puesto de trabajo. "No son problemáticos y se comportan muy bien, pues saben que hay muchos reclusos deseosos de poder entrar a los talleres", añade.

Instituciones Penitenciarias precisa que, en el caso de Zuera, trabajan de noche entre diez y doce internos que hacen frente al aumento de trabajo que se produce temporalmente. "Los pedidos se incrementan a veces y es necesario que los talleres estén abiertos más horas", afirma.

Fuera de las prisiones sorprende que, en plena recesión, los talleres penitenciarios no den abasto. Pero los responsables de las cárceles tienen la respuesta preparada. "Es un trabajo legal, se cotiza a la Seguridad Social y el centro se limita a gestionar, sin obtener ningún beneficio económico por su mediación", recalcan en Instituciones Penitenciarias.

En el fondo se trata de un problema de valoración. Para los reclusos y la dirección de las prisiones, las luces encendidas en los talleres en medio de la noche son un síntoma de rendimiento y sana actividad. Para los funcionarios, en cambio, los tubos de neón en marcha son como un aviso de que algo se puede torcer a horas intempestivas.

04/10/2009 F. VALERO

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