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BOQUERÓN

El preso más afortunado del mundo

Marzo de 1981. Un preso en la cárcel de Torrero acertó una quiniela de 14 y ganó 18 millones de pesetas, que en aquellos tiempos era una pequeña fortuna. Así lo contaba HERALDO:

La noticia comenzaba el domingo por la noche, cuando se comentaba el caso de la aparición de un boleto de catorce resultados en Zaragoza. Con estos datos, el lunes por la mañana se podía saber que el dueño del boleto premiado era don José G. D. Una vez conocido su nombre y la residencia del acertante, en este caso la cárcel de Torrero, hacíamos las gestiones previas para poder dialogar con el residente José G. D. Para que este diálogo fuera posible, el director de la prisión, señor don Ángel Herbella, tenía que solicitar la debida autorización a Madrid y también el consentimiento del acertante. Manteníamos la conversación telefónica con el director de la prisión aproximadamente sobre las doce de la mañana y nos decía que por parte de la prisión no había problema, pero que había que solicitar permiso al preso.
Media hora más tarde llegamos a la prisión y se nos conduce al despacho del director, quien nos confirma que no hay oposición por parte del preso a hacer declaraciones, pero lo que no quiere es que se hagan fotos. Con estos antecedentes pasamos al interior de la prisión, donde a los pocos minutos sale José G. Aparece un hombre fuerte, con barba muy poblada, manos grandes y mirada francamente expresiva. Después de presentarnos se le comunica que se ha pagado la fianza y que está en libertad provisional, por lo que en este momento deja de hablar un preso para ser un hombre en
libertad condicional.
-José, ¿cómo te sientes?
-Nervioso, estoy muy nervioso -repite-. No he dormido casi nada, hemos estado toda la noche hablando y fumando.
-¿Por qué estás en la cárcel?
Con una sinceridad tremenda contesta:
-Estoy aquí por robar, tengo pendientes dos juicios y llevo aproximadamente cuatro meses.
-Cuéntame algo sobre tu vida.
-Yo nací en Arévalo, pero me crié en Madrigal de las Altas Torres. He estado viviendo en San Sebastián y tengo cuarenta años.
-¿Qué es lo que tienes en este momento pendiente de juicio?
-Son dos asuntos diferentes, el primero es un robo frustrado y el segundo es un robo por el que el fiscal pide siete años.
-Ahora han llegado los papeles para tu vuelta a la sociedad. ¿Cómo ha sucedido esto?
-Esta mañana han venido del banco para que ingresara el boleto y me han dicho que saldría en seguida. Tenía señalada una fianza de 75.000 pesetas y se han puesto en contacto con mi abogado y la ha pagado.
-Háblame de la quiniela.
-Hay poco que decir. Hice dos apuestas, me costaron veinte pesetas, aquí nos entretenemos mucho siguiendo los resultados. Yo pensaba por la tarde
que sólo tenía trece, porque creía que el Valladolid había terminado ganando y un compañero me decía que tenía catorce, ya que había finalizado con empate. Esta mañana me he enterado de que cobraba alrededor de dieciocho millones.
-¿Qué piensas hacer con el dinero?
-Quiero -se corrige-, cambiar de vida. He sido obrero, he robado, tengo una madre bastante mayor a la que nunca le he dado una alegría, soy, por decirlo de alguna manera, la oveja negra de la familia, y si es posible que se solucionen mis problemas en Zaragoza me marcharé para estar con mi madre.
-¿Cuál es el motivo de que no quieras que se hagan fotos?
-Es por mi madre. Lee muchos periódicos y como no está bien de salud si se enterase le podría afectar seriamente.
Esta es la conversación que manteníamos con el acertante de una quiniela de catorce. Poco después hablamos con don Luis López, abogado del acertante, que nos comentaba con estas palabras lo que opinaba de José G. D.:
-Es un hombre noble y sincero, sano y de una claridad tremenda tremenda. El fiscal le ha pedido siete años y nosotros solicitamos tres meses, que si sale bien quedarán compensados por estos casi cuatro que lleva en prisión preventiva.
La verdad es que queda poco que decir. Las palabras que decía su abogado, las corrobora el que escribe. La sinceridad con que respondió al motivo por el que estaba en la cárcel deja constancia de este hecho; los comentarios referentes al deseado cambio de vida acreditan sus buenas intenciones, y la tranquilidad con la que se explica, reteniendo los lógicos nervios, dan crédito a esa apreciación que su abogado decía de él: «Es una persona sana». Los mejores deseos para este hombre, quien la suerte le ofrece la oportunidad de cambiar el rumbo de una vida. Es toda una oportunidad.

¿Qué vida habrá llevado este hombre tras la quiniela? ¿Regresaría a la cárcel? Misterio, misterio…

Heraldo 12 junio 2011

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